Talento con propósito.

Vivimos en un entorno complejo caracterizado por la pérdida de confianza absoluta en el sistema, en las instituciones y en los medios de comunicación. La información constante y los sesgos hacen cada vez más complejo encontrar la verdad e identificar progreso y optimismo en los grandes retos a los que nos enfrentamos.

Los últimos 50 años muestran el mayor progreso social alcanzado en la historia de la humanidad. Es fundamental escuchar a la comunidad científica y analizar los problemas desde un pensamiento crítico, no sólo desde la intuición.

A pesar de este enorme progreso, todavía existen grandes retos sociales y medioambientales en nuestro planeta. Para resolver estos problemas, primero debemos reconocer y celebrar los avances logrados.

Hoy en día, los emprendedores crean compañías con el fin de resolver problemas, las grandes corporaciones están mejorando la experiencia de sus clientes abordando sus problemas y los inversores depositan su confianza financiando empresas y proyectos que acaben con distintos problemas.

En ocasiones, el uso constante de determinadas palabras en distintos contextos hace que acaben perdiendo su significado original. La palabra «problema» es, sin duda, un buen ejemplo de ello. Es el momento de diferenciar entre problemas e inconvenientes. Los problemas reales a los que nos enfrentamos ya han sido definidos a nivel mundial en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Estos son los problemas que debemos estudiar, analizar detenidamente y por los que tenemos que luchar. Se trata de problemas que requieren un abordaje sistémico y soluciones transformadoras que sean globales.

Estos son los problemas que debemos estudiar, analizar detenidamente y por los que tenemos que luchar. Se trata de problemas que requieren un abordaje sistémico y soluciones transformadoras que sean globales.

La revolución industrial trajo consigo importantes avances que cambiaron el mundo para siempre, de esta revolución nacieron empresas, sectores e industrias que continuaron evolucionando gracias a los avances tecnológicos.

Desde esta revolución, el papel de la empresas se ha centrado principalmente en la rentabilidad económica, mientras que otros actores, como las ONG, asociaciones, fundaciones o el propio sector público asumieron la responsabilidad de gestionar los problemas sociales y ambientales.

Ante este contexto, las empresas crearon áreas de responsabilidad social corporativa y sostenibilidad para incrementar su rol ante la conservación de nuestro planeta y nuestra sociedad. Hasta el momento, estas áreas se han considerado como áreas de coste y de gasto, aportando poco valor estratégico a las compañías y totalmente alejadas de su modelo de negocio.

Ha llegado el momento de cambiar nuestra perspectiva y comprender que es posible conseguir crecimiento económico y generar un impacto positivo a la vez.

La sostenibilidad se define como “el cumplir las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras de cubrir sus propias necesidades.” Este enfoque de sostenibilidad es el que tienen la mayoría de empresas, según el cual diseñan grandes planes a largo plazo para garantizar la conservación futura de la propia empresa.

Sin embargo, tener una estrategia de sostenibilidad a largo plazo no es suficiente. El auténtico reto en las compañías es ejecutar esta estrategia de sostenibilidad en el modelo de negocio mediante la creación de nuevos productos y servicios.

Los retos a los que nos enfrentamos requieren soluciones urgentes. Es hora de ser más prácticos y enfocarnos en la ejecución, invirtiendo en proyectos y soluciones medibles que nos permitan aprender a medida que las propias soluciones se escalan. La estrategia nos ofrece un marco de pensamiento, pero la innovación y la ejecución es lo que genera verdadero impacto.

El verdadero impacto positivo pasa por crear nuevas soluciones que transformen el modelo de negocio, más allá de la elaboración de planes o presentaciones.

Es esencial diferenciar entre las causas, los síntomas y las consecuencias de un problema cuando tratamos de crear productos que generen un impacto positivo.

Muchas organizaciones se rigen por la filosofía de «ser menos malos» y crean productos dedicados a la gestión del riesgo, la reducción de daños y la minimización del impacto negativo. Se trata de productos que, en última instancia, no resuelven el problema, sino que reducen muchos de sus efectos o consecuencias.

Los retos a los que nos enfrentamos exigen una respuesta rápida y la creación de soluciones globales y escalables. El tiempo de ser «menos malos» ha terminado, es el momento de regenerar y crear soluciones que contribuyan directamente a resolver los problemas sociales y ambientales.

Desde el nacimiento de Internet y la revolución digital, la tecnología se ha convertido en uno de los principales motores de transformación de nuestro planeta.

Esta revolución tecnológica, ha traído consigo el surgimiento de la cultura del «solucionismo tecnológico». Esta cultura coloca el poder de la tecnología por encima de todo y crea una falsa sensación de que la tecnología, puede resolver cualquier tipo de problema. No importa cuál sea la causa del problema, consideramos que existirá una nueva tecnología para resolverlo.

Esta cultura genera confusión. Concebir la tecnología como un fin en sí misma, en lugar de como un medio, puede hacer que olvidemos el aspecto sistémico y humano del problema. Es importante no olvidar que la tecnología es una herramienta que necesita un propósito para ser realmente transformadora.

Los servicios de consultoría surgieron con una clara orientación hacia los problemas de los clientes, lo que los llevó a organizarse en torno a las áreas de especialización de los distintos sectores económicos. Con este objetivo, las empresas de consultoría incorporaron expertos en banca, energía, gran consumo, seguros, etc. Personas que se convirtieron en los líderes de aquellas área sobre las que prestaban servicio.

Estas consultoras están afrontando la sostenibilidad y la resolución de retos globales con la misma mentalidad y los mismos métodos que emplean para resolver problemas empresariales. Nuestro enfoque es el opuesto, ponemos al planeta en el centro de nuestra compañía y nos organizamos según los retos a resolver con personas especialistas en las distintas misiones.

El planeta es nuestro único cliente y colaboramos con empresas de todo tipo que deseen ayudar a nuestro cliente.

Desde su nacimiento, los servicios de consultoría han atraído a profesionales de distintos ámbitos interesados en trabajar en la transformación y mejora de los modelos de negocio de las empresas privadas en distintos sectores.

Otras personas decidieron dedicar su talento a estudiar y resolver problemas globales buscando generar un impacto positivo en el mundo. La principal opción para estas personas era unirse a ONGs, asociaciones, entidades académicas, universidades, instituciones científicas o el sector público.

Mientras en el mundo de la empresa es frecuente identificar y parametrizar un talento homogéneo, para resolver retos globales es necesario contar con otros tipos de perfiles profesionales. Estamos comprometidos en la creación de equipos diversos integrados por individuos que proceden de distintas disciplinas de conocimiento.

Creemos en el sector privado como el actor clave del cambio por su capacidad de innovar y escalar soluciones rápidamente.

Cada día nacen nuevos estudios de diseño y empresas de innovación. Design thinking, diseño de servicios, human centered design, e incluso diseño del futuro son las palabras de moda que todos estamos utilizando para innovar cuando trabajamos en retos de distintos sectores.

El uso de estas técnicas basadas en la cocreación y la investigación de los usuarios ha creado un enorme valor en el diseño de nuevos productos y servicios, pero no es suficiente. El enfoque centrado en el usuario mide el éxito de un producto a partir de dos variables principales: su atractivo para el usuario y la viabilidad para la empresa.

Creemos que las personas no siempre saben lo que quieren y, en ocasiones, esto puede limitar la capacidad de innovación y las nuevas ideas. Además, las decisiones y los deseos de los usuarios, en ocasiones pueden ir en detrimento de la salud de nuestro planeta o el progreso social.

La resolución de retos globales requiere investigación, experiencia y conocimiento. Esto nos obliga a reconocer nuestra ignorancia y diseñar desde una perspectiva sistémica que tenga en cuenta las interdependencias entre los distintos actores.

En nuestro modelo económico, las empresas y las personas interactúan entre ellas consumiendo y comprando productos y servicios.

Esto se hace todavía más evidente cuando nos damos cuenta de que las empresas suelen referirse a las personas como «consumidores». El lenguaje y las palabras resultan muy relevantes en este punto ya que estamos asumiendo que el papel de las personas es consumir y esta es la única relación con las empresas.

Nosotros preferimos hablar de ciudadanos, y no consumidores. El papel de las personas dentro del sistema económico no se limita a consumir, sino a actuar como ciudadanos que tienen en cuenta la responsabilidad y la sostenibilidad en su relación con las empresas. La palabra ciudadano implica un rol mayor y refleja la responsabilidad de la sociedad como agente del cambio.

Muchos de los retos a los que nos enfrentamos dependen del comportamiento de muchos ciudadanos. Tenemos una importante misión a la hora de educar, concienciar y dar a las personas la posibilidad de tomar decisiones desde la transparencia y la verdad.